Antonio Prida, alias “El Chalequero”, quien a finales del siglo XIX cometió veinte crímenes contra prostitutas, a quienes viola, apuñala, degollaba y posteriormente, tiraba sus restos en los alrededores de Río Consulado. Murió en 1910.

Gregorio Cárdenas Hernández, mejor conocido como “El estrangulador de Tacuba”, es otro de los personajes que “aderezan” el libro. Victimó a cuatro féminas, con quienes primero tuvo relaciones sexuales; tres de ellas fueron asfixiadas, mientras que una más ultimada a golpes. Trata de ocultar los cuerpos en su casa, pero es arrestado en septiembre de 1942 y liberado el 8 de septiembre de 1976.

Las hermanas González Valenzuela tampoco escapan de la memoria literaria. Conocidas como “Las Poquianchis”, conmocionaron a la sociedad mexicana de los 60 tras descubrir que reclutaban niñas y jóvenes adultas para explotarlas sexualmente. Una vez secuestradas, las víctimas eran golpeadas e incluso asesinadas por otras “compañeras”. Los cuerpos eran enterrados en los dormitorios de la casa donde operaban las tratantes de blancas.

El caso fue tan polémico, que 10 años después llegó a la pantalla grande bajo el nombre de Las Poquianchis, del director mexicano Felipe Cazals. En esta cinta, protagonizada por Leonor Llausás (Delfa) y Malena Doria (Chuy) se deja al descubierto la red de corrupción que implicada en el caso: la policía estatal, empleados municipales, sicarios…

También destaca Juan Corona, un migrante mexicano quien en 1973 se fue acusado de cometer, curiosamente, 25 homicidios contra indocumentados. El móvil: tenía relaciones sexuales con ellos para luego atacarlos con un cuchillo o machete. Finalmente se le condenó a 25 cadenas perpetuas, una por cada víctima.

Otra mujer: Sara Aldrete, apodada “La Narcosatánica” y quien junto a Jesús Constanzo, un cubano practicante de la Santería, descuartizaban a sus víctimas. Él murió, pero actualmente Aldrete cumple una condena por el asesinato de 14 personas, posesión de armas, asociación delictuosa y narcotráfico.

Sólo se le ha demostrado un crimen: el de "Claudia Ivette", un travesti que fue descuartizado con segueta, se le arrancaron los ojos, le arremangaron la piel y finalmente, colocaron sus restos en una bolsa para después arrojarlo a un lote baldío.

Juana Barraza, alias “La Mata Viejitas” o "La Dama del Silencio", también es inmortalizada en este libro. Considerada como la primera asesina en serie de la historia mexicana, victimaba a mujeres de la tercera edad que vivían solas. Se presenta en los domicilios de éstas como enfermera o trabajadora socialles toma una falsa encuesta y luego de un “cordial” trato, las estrangulaba.

Raúl Osiel Marroquín, "El Sádico" quien puso a temblar a los centenares de gays que se dan cita en la Zona Rosa de la Ciudad de México. Su móvil consistía en acudir a este sitio, donde conocía a jóvenes homosexuales; los seducía y los llevaba a un hotel. Si las familias de las víctimas tenían un posición económica privilegiada, entonces los llevaba a su casa, en donde los torturaba, pedía un rescate por ellos y aunque no pagaran la suma de dinero, los asesinaba.

Marroquín, quien trabajaba como elemento de la Secretaría de Seguridad Pública del DF, conservaba las credenciales de elector de sus víctimas como "trofeo". Fuer detenido el 23 de enero del 2006, por al menos cuatro homicidios.

• El término "asesino en serie" fue acuñado en la década de los setenta por Robert Ressler un agente especial del FBI.

• De acuerdo con el Dr. Jonathan Pincus, especialista en el tema, madre dominante, daño neurológico y en ocasiones inteligencia arriba del promedio, son algunas características de dichos sujetos.

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